La educación de calidad y la educación por competencias (Parte 3)

Nueva Sociedad

El aprendizaje por competencias

Se expresa como un nuevo aprendizaje donde el estudiante tiene una formación teórica-práctica que le permite ubicarse en el contexto teórico-social en el cual está inserto y mostrar que tiene la capacidad de entender, de buscar y dar respuestas a los problemas que se le presentan. J. Gimeno en el año 2011 agrega que la organización del aprendizaje por competencias pretende consolidar lo que se aprende dándole algún tipo de funcionalidad. (p. 15)

Lo que percibe como un proceso en el que se pueden, además de desarrollar o interpretar contextos teóricos y/o sociales, resaltar y desplegar su capacidad cognitiva. Su autonomía al llevar al alumno el proceso a desempeñar un rol importante en el seguimiento de su propio avance, y su intención propositiva, al estar preparado para tomar decisiones adecuadas y propias, ante el ambiente problemático que con su conocimiento enfrenta. Sus respuestas son pertinentes para solucionar y dar forma a los enigmas que se le procuran primero en el aula,luego en su vida personal y profesional durante y posterior al periodo de formación.

El aprendizaje es tomado como el motor o la clave que impulsa el desarrollo de las competencias, las cuales según Marco en el 2008 “… se apoyanen saberes amplios y explícitos entre los que se incluyen las posibilidades de abstracción, generalización y transferencia” (p.45) que le permiten a los aprendizajes funcionalidad, es decir, tener utilidad con pertinencia.

Lo que conduce a hacer evidente, así como demostrar y contar con la responsabilidad del docente, además de tener y desarrollar una concepción científica-técnica que le da capacidades para la observación y sistematización de la información, lo prepara para incorporar en el estudiante y en él la reflexión crítica como la base de una práctica permanente en y para la autoconstrucción de significados, a partir de que es posible indagar cuales son las formas más asertivas para abordar su función, que para Perrenoud (2005), es lo que posibilita desarrollar la autonomía del conocimiento, a la luz de aprendizajes comprensivos, pertinentes, relevantes y funcionales que son conducidos por la investigación educativa.

Lo primero que se define para la centralidad de la función docente como el elemento base para el tipo de aprendizaje que se promueve, es la puesta en práctica de competencias renovadas que permitan analizar, sinterizar, razonar críticamente, fundamentar, relacionar y provocar cambios en su pensamiento y en el del colectivo estudiantil. Lainvestigación educativa incluye el estudio de comportamientos individuales y colectivos, actitudes, procedimientos, valores, creencias, costumbres y demás interacciones sociales que se da en un proceso de construcción social. Tal y como lo indica Pérez (2001), citado por España C. (2011) para conocer la verdad es necesario indagar las facultades intelectuales y naturales de las personas, las cualidades y las relaciones que se establecen entre los sujetos.

Para mejorar la calidad educativa de los estudiantes con cuestiones de fondo, donde laeducación siga siendo uno de los pilares básicos de las sociedades que crecen en población y tamaño, la educación de calidad debe formar al estudiante para que resuelva las tareas con procedimientos cada vez mejores y más complejos que potencialice sus resultados. Para lograr esto ya no es posible continuarcon las tradicionales teorías pedagógicas que pretendían formar en educación, sino que se tiene que recurrir a diseñar una formación amplia e interdisciplinaria que incorpore los nuevos avances conceptuales que se dan en los diferentes campos y teorías, enlos programas de los cursos, talleres y actividades que se impartan sobre el conocimiento y la enseñanza, tomando en cuenta aportes como los hechos por la teoría social, en el concepto de la complejidad de Morín y el avance logrado por los planteamientos sobre la democracia actual y la educación ciudadana hechos porla filosofía y las ciencias humanas y sociales.

Edgar Morín hizo la propuesta para la UNESCO en 1999 sobre cómo educar para un futuro sostenible donde incluyó siete saberes que son:

“Enseñar un conocimiento capaz de criticar al propio conocimiento. La búsqueda de la verdad con reflexibilidad, crítica y corrección de errores.

Una educación que garantice el conocimiento pertinente, desvelando el contexto, lo global, lo multidimensional y la interacción compleja, propiciando una “inteligencia general” apta para comprender el contexto, lo global, lo multidimensional y la interacción compleja de los elementos. Esta inteligencia general se construye a partir de los conocimientos existentes y de la crítica a los mismos.

Enseñar la condición humana para que todos se reconozcan en su humanidad común y, al mismo tiempo, reconocer la diversidad cultural inherente a todo lo humano.

Enseñar la identidad terrenal. Es necesario introducir en la educación una noción mundial más poderosa que el desarrollo económico: el desarrollo intelectual, efectivo y moral a escala terrestre.

Enfrentar las incertidumbres. La educación debe de hacer suyo el principio de incertidumbre, tan válido para la evolución social como lo es la formulación del mismo por Heisenberg para la física.

Enseñar la comprensión, tanto la interpersonal e intergrupal como a escala planetaria, mediante la apertura empática hacia los demás y la tolerancia hacia las ideas y formas diferentes, mientras no atenten a la dignidad humana.

La ética del género humano válido para todos”.

(Gimeno J. 2011, p.19 y 20), citando a Morín.

Para llegar a tomar en cuenta estas novedades, contrario a lo tradicional, los estudiantes, por medio de la nueva formación, pueden llegar a valorarse como sujetos sociales activos, cambiantes y pensantes.Para Pérez (2001) los estudios socioeducativos se orientan a la resolución de problemas y tareas con fines prácticos que permitan llegar a concluir propuestas de renovación. Para ello, Pérez (2001) propone y acepta la complementariedad metodológica de la tradición de investigación científica que se da en gran parte entre las ciencias como es la complementariedad de la investigación cualitativa y la cuantitativa al involucrar a otras ciencias humanas y las humanidades.

La relación señalada puede ser mejor abordada particularmente con la metodología cualitativa, ya que como afirman los autores, la objetividad de los hechos y los datos cualitativos es posible también alcanzarla por esta vía por ser más adecuada y porque concuerda más con el objeto de estudio del fenómeno educativo ya que en la enseñanza debe privar antes de la memorización, la reflexión y el análisis de los fenómenos, que es por naturaleza el objeto de estudio de la investigación cualitativa: construir y reflexionar un hecho o proceso específico. Además de su formación teórica, el componente ético del investigador pues eso le permitirá mantener y fortalecer los valores son “lavarse” de prejuicios o de ideas preconcebidas sobre el problema de investigación, sino que será fundamental para darle validez científica a la información. (España C. 2011)

La educación es una de las instituciones sociales que cada vez está siendo más valorada como una de las claves de ser tomada en cuenta para la construcción de la identidad nacional y de planes de desarrollo. Esto la ha convertido en un tema principal del análisis dentro de la disciplina educativa. De ella depende en gran parte la dirección que se está tomando como guía para la reproducción, y construcción material y social que le imprime cada nación a sus proyectos políticos ya que deben de basarse en conocimientos vigentes.

Para la educación es fundamental contar con la formación de grupos de científicos, profesionales y técnicos críticos que diseñen, contribuyan y dirijan el proyecto de desarrollo nacional. Esta tarea tiene que tener como una de sus bases, la importancia y el significado que se le da a los aprendizajes promovidos por las realidades a las que se le vincula, como lo señala Delors et. al., (1996) con la formación en valores que no son fundados para responder a los que fueron forjados en el pasado.

La función de los aprendizajes desarrollados en los entornos educativos debe instaurarse como la vía que le permita construir a los niños, a partir del aprendizaje de las competencias ciudadanas como con a) el estudio y conocimiento del concepto de las democracia desde una enseñanza basada que toma en cuenta la teoría y la práctica para saber opinar, elegir, representar, participar, entre otras, y, b) educación ciudadana para el fortalecimiento y renovación de la democracia y participación dinámica a lo largo de la vida en comunión con un ideal de sociedad más igualitaria. O sea, que de acuerdo con el documento de la UNESCO, presidido por Delors et. al., en el año 1996, lo sustancial de los procesos educativos es que puedan garantizar, mediante las prácticas promovidas y los aprendizajes construidos, un mayor entendimiento mutuo, un sentido de responsabilidad, solidaridad y tolerancia tanto colectiva como individual y un acceso ilimitado al conocimiento con entendimiento y funcionalidad mediante las prácticas promovidas y los aprendizajes construidos.

Significa de acuerdo con Denyer et. al., en el 2007, que lo sustancial será el promover aprendizajes ya no en stricto sensu, sino más bien,hacer aprender. Esto supone tomar en consideración la clase de la perspectiva de una lógica de acción centrada en el alumno, en donde es posible edificar competencias y desarrollar conocimientos, más que una dinámica de transmisión centrada en el contenido y la materia. La superficialidad y escasa contextualización con la que se abordan muchos de los temas en la educación primaria y secundaria, podría vincularse con la excesiva carga docente reflejada en la obsesión de tratar, hasta la saciedad y de manera repetitiva, cada uno de los contenidos que se establecen en el programa de curso.

Los programas de estudio son impuestos por la cátedra a la que se adscribe y no se derivan de una selección de tareas generadas por las competencias que el profesorado supone determinar cómo prioritarias y desarrollar. Hay un doble esfuerzo paralelo en el aula. Uno es la enseñanza por contenidos y el otro es la enseñanza para la solución de problemas o sea para la formación en competencias. Este último es el enfoque privilegiado y marco de referencia para la selección de contenidos en donde se valora la formación no por la cantidad –idea ya obsoleta– de constructos teóricos llevados al seno del aula sino, en la calidad y en la buena selección que de ellas se haga.

Es posible centrar el quehacer educativo en atender las necesidades del colectivo estudiantil y su vinculación con las demandas del contexto respecto al desarrollo del conocimiento. Las acciones ejecutadas por el maestro son el reflejo del manejo que él hace de su autonomía en su práctica dentro del aula, en donde a partir de una actitud consciente y crítica, le es posible resolver algunos de los múltiples problemas que emergen en los procesos de enseñanza-aprendizaje, así mismo de la concepción que tenga del aprendizaje y la necesidad de su construcción en colaboración con otros docentes. Esta preocupación está centrada en el hecho de que es necesario orientar el trabajo pedagógico que privilegie el aprendiza-je.

Para ello, obviamente se requieren esfuerzos reales para conseguir la atención del estudiante y no perderla, a fin de lograr los propósitos de la educación,así como permitir que las estrategias establecidas sirvan de orientación para el trabajo colaborativo en donde se promueva la movilización de otros recursos, además del cognitivo, para la realización del aprendizaje. De esta forma quizás, se pueda lograr un compromiso de los estudiantes con el razonamiento disciplinar promoviendo diferentes experiencias de aprendizaje, para que de forma autónoma se convierta en una persona integral, constructora de conocimiento, que es el punto central de la educación actual.

Conduce a entender que el conocimiento no se construye sobre la base de la memoria que es caracterizada como un gran almacén, de donde se guardan y se sacan las cosas o ideas, sino más bien desde la complejidad que este proceso supone.Aquí están implicados factores cognitivos y metacognitivos, los cuales según Pérez en Gimeno et. al., (2008), le permitirán al estudiantado aprender haciendo. Es decir, emprender actividades orientadas a la construcción de ejes de sentido convertidos en significados de un campo del saber que podrán transformarse en modelos interpretativos de los cuales se desarrolle conocimiento verdadero.

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