La USAC y la necesaria desmonopolización de la educación pública

Lugar Hermenéutico

Con sus 348 años de fundación, la Universidad de San Carlos de Guatemala, USAC, cuarta universidad de la América Hispánica y primera en Centro América, fue, por 285 años, el único centro de estudios superiores en el país.

Sin embargo, en 1961, motivados quizá, en gran parte, por el involucramiento de la Universidad Nacional en el conflicto armado interno, es que surge la primera universidad privada, la Rafal Landívar, y de ahí para acá, más de 15 casas de estudios superiores, sin ningún tipo de supervisión o acompañamiento del Estado, para ver la pertinencia de sus carreras con la realidad global o al menos local.

En su libro, El Naufragio de la Universidad y otros ensayos de epistemología política, el sociólogo y filosofo suizo, Michel Freitag, nos habla sobre la época de cambios en la cual nos encontramos y sobre esta base afirma, que no hay reforma más urgente que la de la Universidad.

Lo anterior, aplica para cualquier institución de educación superior, sea esta pública o privada, pues en términos generales, existe una amplia brecha, entre el ideal en el cual fueron creadas la mayoría de estas, versus su realidad actual, en el entendido que los modelos económicos, tecnología, etc., en los últimos 20 años, ha revolucionado las formas de crear y ejecutar en todos los campos de la acción humana.

No dudo, en la mejor intención que los constitucionalistas de la época tuvieron al redactor el texto del artículo 82 de la carta magna, que establece la autonomía universitaria, determinando además el monopolio de la educación superior publica, es decir, imposibilita fundar otra universidad que reciba fondos del Estado guatemalteco.

Lamentablemente, algo que surgió con la mejor intención, se pervirtió en el tiempo y debe ser hoy motivo de un debate central en Guatemala, romper el monopolio de la educación pública superior, no únicamente por sus recientes hechos electorales y tomas de instalación, más bien, debe estar motivado por una necesidad urgente de precisar atención a los próximos técnicos y profesionales del país, que deberán llevar en hombros, cual pesada anda del Nazareno, la vergonzosa carga, de los peores indicadores de desarrollo de Latinoamérica, tal cual, los de la Guatemala de hoy.  

Pase media vida en la USAC; mi amada alma mater, cinco años como estudiante, dos como ayudante de cátedra, quince como docente y tres como investigador, sin duda, le debo gratitud a esta universidad, así como a la educación pública del país, gracias a lo cual, pude salir de la determinación de clase de un Estado complejo como el guatemalteco.

Por ello, mi clara convicción de motivar un proceso que puede durar años, para desmonopolizar la educación pública superior del país, no solo descentralizarla, ni desconcentrarla, pues de poco sirve seguir abriendo extensiones regionales, que solo reproducen un modelo caduco y mediocre de gestión y administración educativa como el actual.

Una institución histórica, recia y altamente burocratizada como la USAC, debe prevalecer, por supuesto que sí, quizá con una profunda reingeniería que mande al carago sus más de 80 representaciones en instancias de Estado, puede ser un buen punto de partida.

Continuando con la urgente apertura académica a todo ciudadano con deseos de superarse, es inadmisible que una universidad pública, más aún, si es la única de un país subdesarrollado como el nuestro, tenga un sistema de admisión, absurdo y cuestionado como el vigente, que con suma discrecionalidad les cierra las puertas a miles de ciudadanos anualmente, arrojándoles al subempleo y la migración.

El verdadero examen de admisión debe darse en las aulas, sean estas físicas o virtuales, es válido procurar una excelencia académica, para ello está el mecanismo que penaliza la repitencia, pero es verdaderamente absurdo, por no decir perverso o estúpido, que, algunas unidades académicas limiten la asignación a 35 estudiantes por aula, bajo el supuesto de una pseudo acreditación de por sí, muy cuestionada y que finalmente no sirve para nada.

Congéneres, comprendamos que no hace falta reinventar la rueda ni el fuego, tan solo es necesario ver un poco afuera del cajón, a Costa Rica le ha ido bien con sus 5 universidades públicas, El Salvador cuenta con un sistema integrado de educación, en el cual suman 6 universidades públicas, que decir del hermano mayor, México, con sus 9 universidades públicas Federales y sus 34 Universidades Públicas Estatales, así pudiéramos seguir enumerando ejemplos, de como la realidad rebaso por mucho nuestros dogmas.

Guatemala, reclama el surgimiento de nuevos aires de pensamiento y apertura de ideas, debemos empeñarnos por que nuestros hijos, hermanos y vecinos, puedan ver la apertura de la “Universidad Pública de los Altos”, la Universidad Estatal del Sur Oriente, la Universidad Autónoma del Pacifico, el Instituto Politécnico del Norte, en el entendido de lo que significa un politécnico, no a lo que llamamos en Guatemala, esto, por mencionar tan solo algunos ejemplos.

Como en muchos otros temas torales en el país, vamos bastante tarde, pero como decía mi abuelita, patojo hay que empezar a caminar, más vale tarde que nunca.

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